En una entrada anterior di los esbozos del por qué usamos software libre. En esta oportunidad profundizaremos en ese ¿submundo?… No, no creo que sea un “submundo”.
El Software Libre ofrece un variopinto abanico de opciones que bien enfrentan al mundo comercial y, en algunos casos, privativo.
En esta ocasión darŕ un vistazo a los beneficios y un esbozo de las opciones que se nos ofrecen.
GPL, Copyleft y Creative Commons
Con la GPL (General Public Licence) que promueve al Copyleft (interesante juego de palabras, que veremos luego), y de él al Creative Commons; aparece un interesante mundo de opciones para quienes desean compartir su trabajo y potenciarlo con la solidaridad de la comunidad.
La Licencia Pública General (GPL, por sus siglas en inglés), acuñada por Richard Stallman, abrió un nuevo mundo a quienes deseaban poner al alcance de nuevos colaboradores una idea propia sin pasar por un cedazo que sesgara energías.
Eso fue lo que permitió a Linus Torvals poner al alcance de demasiados colaboradores (creo que se aprecia el símbolo de “infinitos” en el enlace) que, desde 1991, desarrollan el núcleo de un sistema operativo que, hoy, domina el corazón de Internet.
¿Qué es el Copyleft?
El alcance de la idea de Stallman no se hizo esperar. No sólo revolucionó el ámbito de la informática, sino que también afectó a otras áreas del mundo del conocimiento: desde el técnico hasta el cotidiano.
Desde la gastronomía, que sin saberlo ya lo explotaba (porque nadie recibe comida en su casa con un certificado de autenticidad del plato pedido ni lo ofrece a sus comensales), hasta el de la ortopedia…
Intento ponerlo en términos muy simples…
Si bien en cada región puede variar, al menos en Argentina, las reglas son muy simples y no difieren del resto del mundo: en el Copyright prima el derecho de la copia de una obra; y, en el Copyleft, lo es la cesión de ese derecho. Es decir: literalmente, con el Copyleft se renuncia al derecho a copia (no así el derecho de autor, que veremos en un instante).
Creative Commons (Comunes Creativos)
Las licencias Creative Commons, o Comunes Creativos, tienen cuatro condiciones y seis combinaciones que pueden conocerse aquí.
En breve: reconocer al autor, compartir con la misma licencia, sin derechos comerciales y sin modificaciones. Las combinaciones van de mas a menos privativas; llegando a un límite cercano al Copyright o, como lo conocemos en Argentina, derecho de autor.
Y, ¿de ahora en más, qué?
La respuesta es de manual: descubrir un mundo nuevo lleno de posibilidades y absoluta libertad.
No tener la obligación de responder a “asociaciones civiles”, como “Software Legal”, que exigen declaraciones juradas de las licencias legales del software de sus socios (¿Asociaciones civiles o comerciales?).
Con absoluta libertad para crear y con un costo mínimo: colaborar desde el lugar que se pueda. Es decir: desarrollar, traducir, documentar, divulgar, buscar errores, corregirlos, proponer mejoras, y todo lo que podamos hacer para promoverlo.
En la siguiente entrada intentaré enfocarme en enumerar los reemplazos del mundo del Software Libre frente a lo que impone el mercado.
No es cuestión proselitista, sino una alternativa a quienes preguntan: ¿Por qué debo pagar para poder trabajar?
Y esa… Es una gran pregunta…
Pero, ¿no existen costos ocultos?
Dependiendo a qué llamemos “costos” y si, en realidad, se trata de “inversión”.
El “costo”, como tal, no existe en el software libre; sí existe la “inversión” y esto se entiende de diferentes modos:
- Tiempo de adaptación,
- Aprendizaje de nuevos métodos de trabajo,
- Adaptar nuestras tareas a un nuevo concepto de realizarlas.
Del mismo modo que debemos adaptarnos ante una nueva versión de un programa, un nuevo equipo, un nuevo sistema operativo, un nuevo requerimiento.
Si algo es “constante” en el software libre es que, de una versión a otra, los programas incluyen mejoras notorias sin un alto impacto en la curva de aprendizaje entre ambas versiones.
Eso suaviza mucho la adaptación, acorta los tiempos de reentrenamiento (casi nulos), y potencia la productividad.
Incluso, si uno aporta a los diferentes proyectes desde el “conocimiento” (knowledge base) la curva de conocimiento se suaviza notoriamente.
Por ejemplo: con software libre, sus usuarios pueden colaborar desde lo técnico hasta en la documentación o material didáctico; por lo tanto:
- La transcripción de tutoriales de un programa privativo a uno libre,
- La traducción o corrección de la documentación,
- El uso intensivo, el reporte de errores, la sugerencia de mejoras da bríos a los que mantienen y desarrollan el código,…
Y otras acciones que ya pueden ir imaginando, suponen un auto aprendizaje y colaboran con la comunidad.
Entonces, pregunto: ¿Costo o inversión?…